martes, 21 de abril de 2009
EL TIEMPO PASA, EL RECUERDO NO SE BORRA. NO OS OLVIDAMOS.
TIRAÑA, 21 DE abril de 1938
Algunas noches no existo y sueño con las sendas y caminos, con los árboles
y la tierra que os acompaña.
Cada pensamiento es la imagen de un niño huído; despavorido se enfrenta a
muros sin sombras; sin zapatos recorre el hambre y el olvido.
El miedo y la mentira lloran entre fríos carcelarios.
Los ojos de la vida nos miran con tristeza, pero no se cierran.
Os posáis sobre el tiempo con la belleza de la libertad en sentido profundo.
Nuestras manos yéndose hacia la tierra y hundiéndose en ella,
para que nazcan más humanas y solidarias.
En la noche y por el cielo, estrellas con vuestro nombre grabado a fuego y luz,
reparten la dignidad que habéis creado.
Vuestros sueños se regalan a los otros sin nada a cambio.
Los silencios llenan nuestros pechos con vuestro recuerdo.
Entonces me ocurre no reconocer como seres humanos a vuestros asesinos.
¡Cuánto duelen algunos hombres..., cuánto!
Os levantáis todos los días de la vida en nuestra memoria;
y la memoria es libertad, y la libertad sois vosotros y vosotras,
vuestra lucha para crear un mundo más justo.
Desde esta casa de silencio abrimos la ventana al mundo para que se ventile.
Aquí están nuestros labios para nombraros y que la libertad los reparta.
Algunas noches no existimos, y la tierra llora, la tierra...; con vuestra memoria.
[el poema no es mio]
y la tierra que os acompaña.
Cada pensamiento es la imagen de un niño huído; despavorido se enfrenta a
muros sin sombras; sin zapatos recorre el hambre y el olvido.
El miedo y la mentira lloran entre fríos carcelarios.
Los ojos de la vida nos miran con tristeza, pero no se cierran.
Os posáis sobre el tiempo con la belleza de la libertad en sentido profundo.
Nuestras manos yéndose hacia la tierra y hundiéndose en ella,
para que nazcan más humanas y solidarias.
En la noche y por el cielo, estrellas con vuestro nombre grabado a fuego y luz,
reparten la dignidad que habéis creado.
Vuestros sueños se regalan a los otros sin nada a cambio.
Los silencios llenan nuestros pechos con vuestro recuerdo.
Entonces me ocurre no reconocer como seres humanos a vuestros asesinos.
¡Cuánto duelen algunos hombres..., cuánto!
Os levantáis todos los días de la vida en nuestra memoria;
y la memoria es libertad, y la libertad sois vosotros y vosotras,
vuestra lucha para crear un mundo más justo.
Desde esta casa de silencio abrimos la ventana al mundo para que se ventile.
Aquí están nuestros labios para nombraros y que la libertad los reparta.
Algunas noches no existimos, y la tierra llora, la tierra...; con vuestra memoria.
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